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Enigmas

El misterio de El Monstruo de las 21 Caras

Dulces… aparte de los juguetes ¿hay algo más que se asocie más rápido con los niños? Las empresas de este rubro invierten cada año millones y millones de dólares en sacar nuevos y sabrosos productos para sus pequeños clientes. Este es el transfondo del misterio de El monstruo de las 21 Caras

Durante la década de los 80 en Japón, aquellos millones invertidos no fueron destinados para productos nuevos, sino para todo lo contrario, para sacar los productos de las estanterías. Desesperados buscaron la forma de quitar todos los productos del mercado debido a la posibilidad de que todos estuvieran envenenados.

El misterio de El Monstruo de las 21 Caras

Esta fue sólo una arista de un inquietante y siniestro caso que se sacudía hasta las más altas esferas del país del sol naciente y todo, por culpa de una peligrosa organización de carácter terrorista llamada El Monstruo de las 21 Caras, un intrincado caso en donde el secuestro y el envenenamiento de todo tipo de alimentos, puso de cabeza a miles de policías e investigadores.

Prácticamente, en todos los países, existe una marca de golosinas o alimentos infantiles, icónicos dulces que en algún momento todos disfrutamos cuando niños y eso, en Japón, no es la excepción.

Muchas tiendas estaban abarrotadas de todo tipo de dulces y golosinas que más tarde, al crecer, se transforman también en un dulce recuerdo. Sin embargo, para las generaciones más antiguas, aquel país y aquellos sabores les recuerdan un oscuro caso de extorsión, secuestro, engaño y muerte.

Todo comenzó con un primer ataque a la empresa, con productos que quizás hasta hayas probado. El domingo 18 de marzo de 1984, alrededor de las nueve de la noche, dos hombres vestidos de negro y portando máscaras, entraron a la residencia de un reconocido empresario de alimentos.

Ataron y amordazaron a su familia y luego procedieron a secuestrarlo. Al día siguiente y en pleno despliegue de la policía por su búsqueda, un gerente de la compañía recibe un inquietante llamado, en donde escuchó las siguientes palabras:

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Tengo un rehén, prepara mil millones de yenes en efectivo y 100 kilogramos de oro y colócalo en un automóvil blanco frente a la casa del jefe de departamento”.

El llamado exigía la entrega de algo así como 45 millones de dólares, además de 1.25 millones. Y aunque la familia la noche siguiente ya había reunido el abultado costo para el rescate, el pago nunca se realizó, ya que pasados tres días, el hombre apareció en las cercanías de un hospital.

Luego de medio recuperarse, le contó a la policía que lo mantuvieron en un cuarto oscuro esposado y lo amenazaron con hacerle daño a su familia, pero que por suerte, había logrado huir de sus captores. Este episodio marcó el inicio de una serie de acontecimientos.

El Monstruo de las 21 Caras
Todo ocurrió por culpa de una peligrosa organización de carácter terrorista llamada El Monstruo de las 21 Caras.

Amenaza

Sólo una semana más tarde, cuando la empresa pensó que había dejado atrás la pesadilla, el fuego nuevamente volvió a encenderse. El 2 de abril llegó una carta a la casa, acompañada de un frasco de gotas para los ojos lleno de ácido clorhídrico.

La carta decía: “he puesto un poco de ácido clorhídrico en el tubo de gotas para los ojos, pon un poco en una moneda de diez y verás que se derrite muy rápido. ¿Cómo te atreves a romper nuestra promesa y huir de nosotros? Te dije que si te escapabas o nos desobedecías, mataríamos a tu familia”.

Luego de unos cuantos epítetos más, la carta concluye con algo sumamente aterrador. “Esto es molesto, así que inyecté algunas golosinas con 0,05 gramos de cianuro de hidrógeno en las tiendas en el área entre Nagoya y Okayama. No basta para matar, pero el objetivo será hospitalizar después de comer o irás al hospital después de 10”.

Es más, voy a inyectar de 0,2 gramos en otra área y lo dejaré en las tiendas y terminarán en la tumba”. Firma: El Monstruo de las 21 Caras.

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Aquí fue donde se reveló el nombre de la organización terrorista culpable de todo esto. Una vez que los medios de comunicación compartieron la carta, un puñado de importantes empresas de supermercados programaron reuniones de emergencia, en las que acordaron retirar de inmediato todos los productos de Sake y licor.

Las notas siguieron llegando a cualquier empresa. Se hicieron amenazas a la fábrica que suministraba aromatizantes, a las tiendas de comestibles y a los minoristas amenazaron con destrucción con dinamita, entre otros venenos. El 11 de junio, la policía comenzó a ir de puerta en puerta, a través de 800.000 hogares en búsqueda de información sobre los delitos o los delincuentes, sin hallar ni una sola pista sobre el misterio de El monstruo de las 21 Caras.

Nuevas misivas

El 22 de junio, El Monstruo de las 21 Caras comenzó a acosar a un nuevo objetivo. Siguió otra empresa de alimentos japonés: Marudá y Food. Exigieron 50 millones de yenes, amenazando con intoxicación alimentaria. En su amenazante carta escribieron: “es muy fácil poner 100 euros de potasio. Basta sólo con tomar una jeringa y ponerlo en un jamón, en una salchicha, con cualquier otra cosa”.

Cientos de policías e investigadores armaron un plan para dar con los autores de las cartas. Se acordó una fecha y un lugar específico para el dinero exigido, lo cual contemplaba un viaje en tren. Sería un policía encubierto quien haría la entrega del dinero.

Sin embargo, nuevamente nadie llegó a recogerlo. Sólo se utilizó un posible sospechoso, quien viajaba en el mismo vagón, quien por su enigmática mirada fue apodado como “el ojos de zorro”.  Y lamentablemente, el tipo se escabulló en una transitada estación, por lo que no se supo más de él.

Luego de ese incidente, las cosas se calmaron, pero no por mucho, puesto que el Monstruo de las 21 Caras ya tenía lista su próxima víctima, esta sería la House Food Corporation, productora de curry, entre otros. Esta vez, amenazó con entregar un lote de curry envenenado, lo que demostraba que aún no se había distribuido al público.

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No obstante, cuando los empleados de Whole Foods Corporation aportaron 100 millones de yenes al depósito, una vez más, no se realizó ningún intercambio. Con toda la ciudad al acecho, los oficiales fueron advertidos sobre el esquivo hombre de “los ojos de zorro”, que, según algunos testigos, lo habían visto manejando una camioneta.

Sin embargo, nada fue comprobado. De alguna forma el Monstruo de las 21 Caras siempre hizo un paso delante de ellos. Luego de esto, fueron más las empresas que comenzaron a recibir cartas amenazantes, entre las cuales se encontraban Fujii e-mails.

Sin pistas

Había pasado casi un año desde el primer hecho vinculado, sin avance ni resultados concretos. El público comenzó a volverse contra la policía por su falta de eficiencia. Se pidió a los investigadores que entregaran el caso a otra persona y se pidió a los funcionarios que renunciaran por completo.

Yamamoto, uno de los oficiales que estuvo a cargo de los operativos, producto de sus esquivos avances, se vio obligado a renunciar. Se disculpó sinceramente con el público y más tarde, ese mismo verano, se suicidó en su patio trasero, prendiéndose fuego por vergüenza. Al menos eso indicaron los forenses, pero nunca se logró corroborar en un 100% que hubiese sido suicidio.

Sólo cinco días después de este lamentable incidente, el Monstruo de las 21 Caras envió su último mensaje. Nunca más se supo nada, otros grupos intentaron copiar el acoso y la firma, pero ninguno tuvo éxito, ni fue tan premeditado como el grupo real.

Hasta el día de hoy, la pesadilla japonesa llamada el caso Glico Morinaga ha permanecido sin resolver y la investigación se cerró oficialmente, debido al estatuto de limitaciones de Japón. Los cargos de secuestro expiraron en marzo de 1994 y los cargos de intento de asesinato y envenenamiento masivo expiraron en febrero del 2000.

El incidente de Glico-Morinaga: el mayor misterio sin resolver de Japón

Mira en detalle todo lo que ocurrió en torno a este caso, en el siguiente video.

 

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